BREVES APUNTES SOBRE LA ESTACIÓN DE PENITENCIA
Un año más, hemos vuelto a realizar nuestra Estación de Penitencia un nuevo Miércoles Santo, que ha resultado ser de los mejores, tanto por la bonanza del tiempo como por la ausencia de incidencias a destacar.
Todos los hermanos coinciden en haber disfrutado de dicha jornada, que comenzó dentro de la Merced, y de la mano de nuestro Director Espiritual don Víctor, con la Exposición, Bendición y Reserva de Su Divina Magestad. Con el espíritu preparado para comenzar un nuevo procesinar, a la hora fijada, 18:50h se abrieron las puertas del templo catedralicio por la que a golpe del muñidor fueron saliendo los penitentes. El silencio se acomodó en la Plaza de la Merced.
Con un cortejo similar al de años anteriores destacaban los acordes armónicos de la Capilla Musical Madre de Gracia junto con la poderosa voz del tenor; al igual que el contrapunto lo marcaban los numerosos monaguillos que repartiendo caramelos y estampas rompían la horizontalidad del cortejo.El discurrir de la Cofradía fue pausado pero firme y constante. Alas 20h hacía su entrada en Carrera Oficial nuestra Cruz de Guía. Como ya es habitual y característico de nuestra Hermandad, el Diputado Mayor de Gobierno, acompañado de dos libreas y en silencio, entregó al Consejo de Cofradías el documento de la Venia para obtener el permiso para acceder a la Carrera Oficial.
La Estación se produjo dentro de la Parroquia de la Concepción, a cargo de don Diego Capado, y de forma muy emotiva nuestro penitente entregó la Cruz Penitencial y recibió la el Cirio de la Luz. Este es un rito, que por muchas veces referido no por menos necesario recordarlo de nuevo, que nos fue inspirado por don Carlos Núñez Vega y que se llama PER CRUCEM AD LUCEM. No es exclusivo de nuestra Hermandad pero lo tenemos como referente y como lema y emblema de la Cofradía. Otras Hermandades también lo hacen pero parece deben revisar los latines.
Durante el camino de vuelta por las calles más céntricas y más abarrotadas, pudimos disfrutar de tres magníficas saetas que fueron dedicadas a nuestros Titulares.
Finalmente la recogida, con la plaza mercedaria con una luz más ténue, fue para no olvidar: el templo a oscuras, la música sonando, el tenor cantando, todos los hermanos esperando que entrara el paso y la única luz interior era la del penitente con el Cirio de la Luz Eterna, hasta que los capataces con voz firme y lentamente embocaron las andas en la puerta para deslizarlo suavente hacia adentro.
Un torrente de emociones indescriptibles que hacen que para muchos, en nuestras vidas, la Santa Cruz sea insustituible por más adversos que parezcan los tiempos.
Enhorabuena a todos.